domingo, 6 de abril de 2008

la primera comunión

Ayer fue la primera comunión de uno de mis primos, eso indudablemente me hizo recordar mi terrible experiencia en el cumplimiento del sagrado sacramento de la comunión. Sí, como todo buen católico debes cumplir con ese gran paso, y así fue mi gran día.
Para comenzar nunca se debe olvidar el gran desfile por los aparadores para escoger el grandioso vestido, la verdad es que es horrible medirte y medirte tantos, que si con moño enfrente o atrás,largo, corto, etc. etc. finalmente terminas más cansada que animada por ese grandioso día. Para el que por cierto te tienes que preparar, con el llamado catecismo, la verdad no se como funcione en todas partes, pero el mio era todos los sábados durante no se cuantos meses, aunque jaja, aquí viene un gran detalle, resulta que gracias a que mi catequista era de lo peor pues de todo ese tiempo, sólo tuve cinco clases máximo.
Como era de esperarse eso resulto en que, si de por sí sólo la hacia por que mi madre insistió e insistió, pues amor amor por la religión después de eso, menos tuve, de hecho me daba pavor pensar en que pasaría si al padre se le ocurría preguntarme algo ese día a lo que yo obviamente no sabría ni que decir.
pero claro eso nuca pasó, uno llega pone cara de atención y de que está escuchando todo y listo, no hay preguntas ni nada que dudar, así que recibí por primera vez, el cuerpo de cristo o mejor conocido como la ostia (no se exactamente si así se escribe pero bueno, lo recibo) que por cierto yo esperaba que se disolviera rápidamente una vez que la tienes en la boca, pero no, dura y dura, así que bueno mientras tanto, yo suponía tenía que pensar en todo lo arrepentida que estaba de mis pecados, por que claro estaba recibiendo a Dios, la verdad es que apuesto pensé en todo menos en eso.
Finalmente no debo olvidar mencionar las sabias palabras que mi abue me dijo ese día, la verdad no es por burla ni nada, pero me parecieron tan irreales que creo siempre las voy a recordar, cuando por fin ya estábamos listos para ir a misa, mi abue me dijo:
"Así hija, así te quiero ver el día que salgas de esta casa, toda vestidita de blanco"
Se que su intención fue de la mejor y que en el fondo es un buen deseo, pero no hay nada más alejado de la realidad que esas palabras, si eso lo pensé desde que tenía como diez años, imaginen ahora...

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